AMORES PERROS: VISUALIDAD Y PERSONAJES

Luis M. Leyva 

 

En el año 2000, un aún desconocido Alejandro González Iñarritu catapultó su carrera como director creando lo que hasta hoy en día es un clásico del ‘nuevo’ cine mexicano: Amores perros. Un filme que funcionó como una marca importante de lo qué sería el cine mexicano y su futuro por el resto de la década. El filme fue aplaudido en su momento a nivel nacional e internacional, la Academia mexicana la reconoció en su momento con 11 Premios, también fue premiada por la crítica en Cannes, e incluso fue acreedora de una nominación al Oscar.

 

Mucho se ha hablado ya de la película por su excelente narrativa, la forma en que envuelve al público a través de personajes humanos que reflejan la realidad social, y que aún hoy, 20 años después, nos confrontan de frente. La decadencia humana se cuenta a partir de tres parejas, tres amores, contando historias distantes, y sin embargo constantes. Curiosamente cada una también se define por situaciones económicas distintas; la de Susana y Octavio a partir de una clase media, Daniel y Valeria la clase alta, y finalmente El Chivo y Maru en la clase baja.

La cámara de Rodrigo Prieto, y la dirección de Iñarritu comprenden esto visualmente, y complejizan la construcción plástica de la imagen según lo retratado, de esta forma, la primer historia, contextualizada en los barrios bajos de la ciudad, dónde se organizan peleas de perros, y Octavio busca fugarse con la esposa de su hermano, es retratada de una forma sucia, con un cámara continuamente inestable, así como escenarios poco cuidados, y por lo mismo muy reales; los movimientos, la iluminación y la disposición de la cámara funciona para una imagen, por así decirlo, mucho más primitiva, casi como si estuviéramos observando un video casero.

Después de esto, ubicados en la clase alta en la que viven Daniel y Valeria, la cámara funciona de una forma más limpia, los movimientos de cámara ya no son agresivos, son calmados, así como el ritmo se alenta, los decorados son mucho más estériles y cuidados, al igual que la iluminación se controla mucho mejor. La imagen entonces adquiere más cuidado y visualmente la película se torna menos agresiva.

Finalmente con la historia del Chivo, que proviene de una clase baja, y que abandonó todo al volverse guerrillero y después terminar como pepenador, es la historia más compleja, ya que es contraria a las anteriores, no comprende una historia de decadencia, más bien comienza en la decadencia, y termina en una nota alta, El Chivo logra salir de esa posición, decidiendo cambiar. Esta última parte explota la complejidad y profundidad de los personajes para cerrar sus historias, de esta forma la plástica no solo es cuidada, si no que es compleja, la iluminación se vuelve sumamente precisa, así como la cámara termina siendo más estable para observar de mejor forma al atormentado personaje principal. Amores perros es única a nivel visual ya que muestra una progresión y complejización a la par que los personajes y sus historias, que siempre ocupan como detonante el amor, para transformar a los personajes.

luis@cchfilmfest.com

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