Escrito por: Margarita Isabel Morales Bonilla
A 121 años del nacimiento de Luis Buñuel, cineasta nacido en España que llegó a México desde 1946 para continuar con su formación como cineasta y realizar filmografías que sentarían permanentemente su posición dentro de la historia del cine al ser un referente del surrealismo, de aquellos que cambiaron la fórmula para contar historias al desafiar y poner temas sobre la mesa que no fueron de agrado para algunos, tales como la religión, la violencia y el deseo carnal.
Un hombre proveniente de familia creyente e impulsado por su padre para estudiar una profesión seria, y dejar a un lado su ilusión inicial de ser compositor para así, estudiar en París, se decidió por permanecer en la Residencia de Estudiantes en Madrid hasta encontrar algo de su agrado: Licenciatura en Filosofía, que más tarde lo ligaría a sus compañeros Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pío Baroja y otros escritores reconocidos de la generación de 1927, con quienes asistía a reuniones y quienes, rodeados de sentido artístico lo guiarían inconscientemente para adentrarse en el Séptimo Arte.
Luis Buñuel decía “…Hubiera dado todo gustoso a cambio de poder ser escritor. Es lo que realmente me hubiera gustado ser…pero no valgo para escribir” así que, decidió tomar el cine para identificar y expresarse, sin embargo, los textos de su autoría como “Mi último suspiro” y los poemas escritos en “Obra literaria” ambas de 1982, así como las obras que mostraba a su fiel amigo sacerdote Julián Pablo Fernández y sus publicaciones como crítico de cine, dejan pruebas al público y a las personas más cercanas a él, sobre la calidad con la que escribía, aunque siempre pensó lo contrario.
La literatura fue de gran impulso y una característica única de la que gozaba. Mostró una evolución por lo que tomaba de las bibliotecas y colecciones de su padre, entre los doce y trece años comenzó a leer novelas de aventuras y detectives, para los quince, pasó a leer los textos de Spencer, Darwin y Nietzsche, preparándolo para un diverso terreno literario como las lecturas rusas y la poesía francesa.
Desde su cortometraje Un perro andaluz (1929) que escribió junto con Salvador Dalí basado en los sueños de ambos, grabado en Francia y financiado por la madre de Luis, hasta Ese oscuro objeto del deseo (1977) con la que cerró su carrera como director, siguió forjando su estilo propio y dando de qué hablar no solo a los críticos de cine, sino también a instituciones como la iglesia y el gobierno debido a la cruda realidad que reflejaba, tal es el caso con Tierra sin pan (1932) que fue censurada en España.
Con la dirección de 32 películas, es acreedor de premios dentro del Festival Internacional de Cine de Cannes, Venecia y Berlín, con 11 Premios Ariel por Los olvidados en 1950 y su destacado Premio Oscar por El discreto encanto de la burguesía, en 1972 dentro de la categoría Mejor película de habla no inglesa.
Quien en su momento era caracterizado por su sentido del humor, admitía relacionar siempre el acto sexual con la muerte y quien usaba los bares como lugar de meditación. Ahora, a casi 38 años de su muerte, Ensayo de un crimen (1955), Nazarín (1958), Viridiana (1961), El ángel exterminador (1962), Bella de día (1967) y una gran trayectoria reconocida de Luis, siguen fortaleciendo la inmortalidad de su trabajo.